Terapia Sistémica

El enfoque sistémico entiende a las familias (y otras agrupaciones humanas) como sistemas abiertos, con límites flexibles que les permiten relacionarse entre sí y con el exterior favoreciendo el crecimiento y desarrollo de los individuos que lo componen. Esa flexibilidad favorece que el sistema mantenga su identidad como tal, proporcionando un sentido de pertenencia a sus miembros, al mismo tiempo que favorece su autonomía e individuación. Un doble movimiento que preserva la continuidad al mismo tiempo que favorece el cambio. Se considera que la persona designada como problemática, por haber desarrollado un síntoma o trastorno psicológico, es la expresión de una disfuncionalidad de todo el sistema. La familia cuenta, grita o calla los conflictos vividos en su interior y su, a veces, desesperado intento de recobrar el equilibrio focalizando la tensión en uno de sus miembros. El trabajo terapéutico aborda estos conflictos con la confianza en la capacidad de cambio que todo sistema vivo mantiene, a pesar de las dificultades que se le presentan, a veces enriquecido por éstas. Desde hace unas décadas el modelo clásico de terapia familiar sistémica ha dado paso a desarrollos que permiten el abordaje individual de conflictos familiares, que puede contar con la presencia puntual de familiares significativos. El cambio en una parte provoca, de algún modo, el cambio en todo el sistema al que pertenece.