PÉRDIDA Y DUELO EN TIEMPOS DE LA COVID 19

PÉRDIDA Y DUELO EN TIEMPOS DE LA COVID 19

PÉRDIDA Y DUELO EN TIEMPOS DE LA COVID-19

Si te ha interesado el título de este artículo, quizás has tenido una pérdida de un ser querido recientemente; si es así, desde Argian queremos decirte que sentimos mucho tu pérdida y queremos transmitirte que cuentes con nosotros/as para acompañarte en estos momentos.

La especial situación que estamos viviendo ha transformado nuestras vidas de arriba abajo, así, desde las rutinas y costumbres diarias más sencillas, hasta las tareas más importantes, se han visto afectadas cuando no truncadas. Pero donde más impacto está teniendo es en las relaciones interpersonales donde el contacto está siendo el gran sacrificado. Los abrazos, las muestras de afecto y el compartir espacios en compañía con nuestros amigos y seres queridos se ha convertido en algo peligroso cuando no prohibido. El miedo al contagio, la enfermedad y la muerte ha inundado todas las esferas de nuestras vidas.

La pérdida de un ser querido,sea por el coronavirus o por el ciclo natural de la vida, es una de las experiencias más dolorosas de nuestras vidas, y no hay nada más humano que acompañar y dejarnos acompañar por las personas que más apreciamos. Los abrazos, las muestras de cariño, sentirse escuchado/a y cuidado/a,… hacen que no nos sintamos solos ante el dolor. El apoyo emocional recibido en estos primeros momentos es crucial, pudiendo dificultar o favorecer el proceso de duelo posterior.

Tristeza, impotencia, frustración, enfado, rabia, culpa, son emociones habituales en estos momentos. También es habitual que nos inunden pensamientos de incredulidad y/o negación de lo que ha ocurrido, lo cual nos sumerge en un estado de confusión aún mayor. Esta situación se puede prolongar por algún tiempo por lo que puede conllevar un estado de agotamiento tanto físico como psicológico.

La situación social y sanitaria, y las normas de prohibición impuestas no hacen más que amplificar y ahondar en el malestar y desasosiego que estemos transitando. Si no hemos podido cuidar y acompañar a nuestro familiar en sus últimos días, o despedirle como nos hubiera gustado, esto no hace más que incrementar la ansiedad, el nerviosismo, la irritabilidad, el insomnio, los nudos en el estómago, presión en el pecho, cefaleas, …

Con todo ello, es importante recalcar que tenemos derecho a sentirnos enfadados con la vida, con el mundo, con la mala suerte,… Y que también es normal que busquemos respuestas a infinidad de preguntas :¿Por qué le ha tocado a él/ella ?, ¿Por qué ha aparecido este virus?, ¿Se podría haber evitado haciendo algo más?, ¿Y si hubiera hecho tal o cual cosa…?, ¿Se habrá sentido solo?, ¿Habrá sufrido?,…

Es normal que tengas todas estas preguntas y pensamientos, pero es muy importante que no te hagas más daño, que no te trates tan duramente, que no añadas más dolor a tu dolor. La muerte, sea por la causa que sea, al igual que muchos avatares de la vida se escapan a nuestro control y ante el impacto que nos produce nos solemos encontrar con pocas respuestas.

A veces el único camino es ir al encuentro de nuestro propio corazón dolorido, entrar en ternura y compasión con nosotros mismos. Entrar en contacto con el dolor, cuidarlo y darle espacio hará que poco a poco vayamos encontrando la paz y el consuelo, yendo lentamente hacia la aceptación de la realidad traumática que nos está tocando transitar.

Sabemos que al principio puede ser difícil ver y sentir la luz, más si cabe en soledad y en la situación de confinamiento que estamos viviendo. Por ello, desde Argian te invitamos a seguir las propuestas que iremos compartiendo en las siguientes publicaciones y que pueden ayudarte en los primeros pasos de tu camino de duelo.

Unai T.

A ORACIÓN GESTALT: «Yo soy yo, tú eres tú…» SÍ, PERO NO

A ORACIÓN GESTALT: «Yo soy yo, tú eres tú…» SÍ, PERO NO

Artículo de Clotilde Sarrió, publicado en Centro Terapia Gestalt Valencia

Aunque la llamada oración gestalt fue formulada por Fritz Perls en un contexto sociocultural muy concreto como el de la sociedad americana de los años sesenta, sigue siendo para muchos una especie de verdad absoluta que siguen con adoctrinado fervor.

Introducción a la polémica suscitada por la “oración gestalt”

Aunque la llamada oración gestalt fue formulada por Fritz Perls en un contexto sociocultural muy concreto como el de la sociedad americana de los años sesenta, sigue siendo para muchos una especie de verdad absoluta que siguen con adoctrinado fervor.

Sin embargo, y aun considerando que las interpretaciones que surgen de esta oración pudieran tener sentido en la década en cuestión, no ocurre así en un marco social como el actual que cuenta con unas expectativas distintas y distantes en lo que a demandas y prioridades respecta. Muy probablemente, la proximidad a la posguerra mundial de los sesenta invistió aquella época de unas singularidades que se vieron potenciadas por la incapacidad de los norteamericanos para desligarse de muchas adhesiones que les hacía funcionar mal como individuos y propiciaron el individualismo como una alternativa o remedio curativo.

Sin embargo, no deberíamos olvidar que, desde su nacimiento como una revisión de la teoría psicoanalítica freudiana, la Terapia Gestalt aportó la innovación –entonces revolucionaria– de una transición del pensamiento individualista a un pensamiento postmodernista, lo que, en principio, se opondría al individualismo que destila la oración gestalt objeto de este artículo, una contradicción que de momento dejaremos en suspenso a la espera de analizarla en el momento oportuno..

Hagamos algo de historia

A fin de ubicar al lector, podría resultar didáctico acudir a los orígenes y recordar que la Terapia Gestalt nació en Nueva York en 1951 cuando el matrimonio Perls, junto a un grupo de intelectuales, entre los que cabe destacar a Paul Goodman y a Isadore From, mantuvieron incontables y fructíferas reuniones en las que las ideas de Perls fueron tomando forma hasta adquirir la entidad suficiente para que Goodman –dotado de una gran facilidad en el arte de escribir, al menos mucho mas que Fritz Perls– las transcribiera convirtiéndolas en texto. Fue así como, en 1951, se publicó una obra titulada Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad humana en la que aparecieron como coautores Fritz Perls, Ralf Hefferline y Paul Goodman, obra que es conocida como PHG, abreviatura formada con la primera letra de los apellidos de cada uno de ellos. Esta obra supuso un hito ya que se erigía como el texto fundacional que sentó las bases teóricas de esta escuela de psicoterapia y por primera vez se denominaba Terapia Gestalt a esta nueva corriente.

Habría que incidir en que la principal revolución de la Terapia Gestalt fue la transición de un modelo de pensamiento individualista a un modelo de campo, en el que ya no era la unidad cuerpo-mente quien sentaba las bases del concepto del holismo al incluirse también el entorno. Así, el objeto de la psicología y de la psicoterapia dejaban de ser la psique o el sujeto y pasaba a ser “la experiencia” de la persona que tiene lugar en el campo que constituye un organismo y su entorno.

Perls evoluciona en sus postulados

En la transición de la década de los cincuenta a los sesenta, Fritz Perls experimentó un profundo cambio en su posicionamiento, tanto fue así que renunció a los orígenes y fundamentos de la corriente gestáltica por él creada cuando se trasladó a California para enseñar la Terapia Gestalt mas como forma de vida que como un modelo de terapia.

Fritz Perls dejó el Instituto de Nueva York bajo la dirección de su esposa, Laura Perls, migró a la costa Oeste de los Estados Unidos y en 1964 se incorporó al Instituto Esalen de California, un centro especializado en la educación alternativa de corte humanista que posibilitaba la realización de estudios interdisciplinarios que generalmente no eran atendidos (o eran abiertamente rechazados) por el establishment académico tradicional. Este punto de inflexión marcaría la escisión o cisma de lo que, a partir de entonces, serían las dos corrientes de la Terapia Gestalt que aun hoy dividen a esta disciplina: la Gestalt Teórica de Costa Este y la Gestalt Ateórica de Costa Oeste.

Gestalt teórica versus Gestalt ateórica

En la historia de la Gestalt norteamericana encontramos pues dos corrientes contrapuestas en su modo de conceptualizar la Terapia Gestalt: de un lado tenemos la llamada Gestalt de la Costa Este (New York, Cleveland) interesada en la sistematización teórica y fundamentalmente en la Teoría del Self contemplada en el PHG o texto fundacional.

De otro lado, que no sería descabellado considerar opuesto, encontramos la Gestalt de la Costa Oeste (Esalen, California) a la que Claudio Naranjo denomina “experiencialismo ateórico” y cuyas características –según este autor– son un “intuicionismo que se reconoce como tal” y que no contempla como base teórica la Teoría del Self.

Maticemos algunos aspectos que diferencian y oponen a ambas vertientes:

  • La Terapia Gestalt vertiente teórica de la Costa Este (en lo sucesivo la llamaremos Gestalt de la Costa Este), está constituida por un amplio grupo de pensadores, representantes del marco de esta corriente terapéutica, filosófica y humanista que carece de un líder o cabeza visible y adalid de la misma. Por el contrario, La Terapia Gestalt vertiente ateórica de la Costa Oeste (en lo sucesivo la llamaremos Gestalt de la Costa Oeste) considera a Fritz Perls como un mito o una suerte de gurú de quien su discípulo, el psiquiatra Claudio Naranjo, sería una especie de profeta.

  • Tras su traslado a California y la incorporación al Instituto Esalen (1964), Perls dió un golpe de timón a la Terapia Gestalt al entrar en un una dinámica que aun muchos identifican con el movimiento hippy, y unas prácticas de terapias alternativas que se distanciaron del marco teórico fundacional contemplado en el PHG. Mientras tanto, su esposa Laura, en Nueva York, se mantenía fiel a los orígenes de la Terapia Gestalt y a su marco teórico.

  • En cierto modo, la Gestalt de la Costa Este se caracterizaría por la intelectualización y el respeto al marco teórico y la metodología en el modo de abordar la relación terapéutica, mientras que la Gestalt de California devendría en visceral, intuitiva, teatral y catártica.

La Oración Gestalt de Fritz Perls

La Oración Gestalt creada por Fritz Perls, todavía en la actualidad sigue siendo considerada por muchos como un mantra capaz de ayudar en mil conflictos, o una llave que les abra las puertas a un pleno conocimiento.

“Yo soy yo y tu eres tu

Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas y,

Tu no estas en este mundo para cumplir las mías.

Tu eres tu y yo soy yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos,

y coincidimos, es hermoso.

Sino, pocas cosas tenemos que hacer juntos.

Tu eres tu y yo soy yo”

(Fritz Perls)

Una vez leída con detenimiento la Oración Gestalt, es fácil concluir que en su contenido, dicha oración no encaja con los planteamientos gestálticos.

Habida cuenta de cual fue la evolución de Perls y su trayectoria vital-biográfica-existencial, es muy probable que cuando formuló la famosa oración, lo hiciera en un momento puntual y sólo como una herramienta pedagógica que le ayudara a difundir su modelo, sin tener en cuenta la difusión que alcanzaría, los efectos a que daría lugar, la polémica que generaría y las consecuencias negativas que tendría para una disciplina seria y ajustada a un marco teórico y metodológico como es la Terapia Gestalt de la vertiente teórica y ortodoxa, es decir, la de la Costa Este.

Consideremos que en nuestro actual contexto social y cultural, esta “oración” lleva implícita una invitación al egotismo, entendiendo como tal la concesión de una de excesiva importancia a sí mismo y a las propias experiencias vitales que podríamos resumir en la tendencia a hablar o escribir de modo excesivo sobre si.

  • El egotismo patológico supone una interrupción del proceso de contacto. Se trata de una forma de vivir en constante aislamiento y con una gran dificultad para el intercambio con el entorno. Es una actitud rígida que, como forma de vida, puede dar lugar a una personalidad narcisista.

  • El egotismo sano supone el cierre de la frontera-contacto y constituye, no la imterrupción sino la retirada del entorno. Podríamos explicarlo simplificando que, cuando ya se ha satisfecho la necesidad y ha finalizado el intercambio con el entorno, surge un período de retirada, de relajación, en el que es posible la asimilación de la experiencia.

Soy consciente de la complejidad que estos conceptos le puedan suponer al profano por tener que enfrentarse y asimilar en unas cuantas líneas algo que requiere años de formación, pero así como ha sido preciso dejar constancia del egotismo, lo es igualmente dar unas pinceladas a lo que la Terapia Gestalt entiende por contacto.

Dicho del modo más sencillo e inteligible, el contacto es la operación que tiene lugar entre el “Yo” y el “No-Yo”, es decir, entre el organismo y su entorno. Hay que tener en cuenta que ningún ser vivo puede sobrevivir sin entorno y que la función fundamental del contacto es la supervivencia (respirar, comer, protegerse…) de tal modo que el “Yo” (organismo) irá al encuentro –en el entorno– de aquello que es “No-Yo” y que constituye una novedad.

¿Y que tiene esto que ver con la oración gestalt? , se preguntarán muchos, sin duda con razón.

Teniendo en cuenta que en la Terapia Gestalt es a través del contacto (es decir en el encuentro con el otro) donde nos enriquecemos, la oracion formulada por Perls deja de ser gestálticamente coherente –si se me permite expresarlo de este modo–, tanto que para que cobre un verdadero sentido, se impondría reestructurarla en la actualidad.

En 1989, el maestro zen Thich Nhat Hanh, durante un retiro para psicoterapeutas en Colorado (EE.UU) y en respuesta a la oración de Perls, formuló una primera reestructuración con este poema:

Interrelaciones

“Tú eres yo, y yo soy tú.

¿No es evidente que nosotros “inter-somos”?

Tú cultivas la flor en ti mismo,

para que así yo sea hermoso.

Yo transformo los desperdicios que hay en mi,

para que así tú no tengas que sufrir.

Yo te apoyo;

tú me apoyas.

Estoy en este mundo para ofrecerte paz;

tú estás en este mundo para traerme alegría”.

(Thich Nhat Hanh)

Llama la atención la introducción del término “inter-somos”, un neologismo creado por el mismo Thich Nhat Hanh. Relaciono este término con el de “inter-dependencia” y lo entiendo como una relación mutua, reciproca y equitativa en el campo relacional, organismo/ambiente.

Posteriormente, en el año 2013, Carmen Vázquez Bandín en la Conferencia para el XIII Congreso Internacional de Gestalt expresó que si la famosa oración de la Gestalt de Fritz Perls, la hubiera escrito ahora en el siglo XXI, podría haber quedado de la siguiente manera:

“Yo hago mis cosas y tú haces las tuyas.

En muchas de las cosas que hago, tú tienes mucho que ver,

Y en muchas de tus cosas yo he contribuido.

Yo puedo ser yo contigo mientras tú puedas ser tú conmigo.

Yo seré yo mientras tú seas tú;

Y aunque por casualidad nos hayamos encontrado,

Continuemos juntos o separados,

Nuestra vida nunca volverá a ser la misma ya que

Nuestro encuentro nos habrá enriquecido”.

(C. Vázquez Bandín)

Personalmente me quedo con la siguiente frase de Jean-Marie Robine extraída de su libro “Manifestarse gracias al otro”:

“Sin el otro, no se abre nada.

Sin el otro, no existe nada.

Sin el otro, el self no existe;

sin el otro, la expresión no existe;

sin el otro, no existe la palabra.”

(Jean-Marie Robine)

ALCANCE Y LÍMITES DE LA TERAPIA GESTALT

ALCANCE Y LÍMITES DE LA TERAPIA GESTALT

Resulta enormemente sugerente y crucial para todos aquellos que estamos interesados en los diversos planos de la salud mental, cuestionar y cuestionarnos tanto en los niveles prácticos, cotidianos de nuestro enfoque terapéutico, como en la dimensión teórica de los postulados que manejamos a la hora de encontrarnos con las manifestaciones de ese ser doliente que se halla frente a nosotros.

Hace tiempo que me hallaba en la necesidad personal de cuestionar y redefinir muchas de las ideas y experiencias que he ido adquiriendo, tanto de las diversos profesionales con los que he ido formándome como de las sesiones que han ido brotando de los pacientes con los que he ido trabajando, vivenciando, avivando mis sentidos,..,  así como de las supervisiones, los pacientes difíciles, los enganches, etc.  He querido volcar y compartir en este monográfico algunas reflexiones en relación con todo ello.

Poder de la Gestalt

Cuando imagino una mirada panorámica retrospectiva de rostros de pacientes, ejercicios gestálticos u observo de frente aquellas herramientas que me admiran, me conmueven y me entusiasman de la psicoterapia Gestalt, emerge con fuerza brotando y rebrotando, la idea insistentemente materializada de la «Autorregulación Organísmica» como Potencial Regulador (actualizándome o confiando en mi ritmo vital).

La idea de la autorregulación, no aparece como un mero devenir bañado de azar, o de perezosa inconsciencia, sino como un despliegue que se desarrolla bien en segundos, en un «aquí y ahora» poderoso alimentando «luz» de conciencia, energía curativa, bien lentamente alternando aperturas, defensas (legítimas), temores, avances y retrocesos, progresiones y regresiones, caídas y gritos de auto-apoyo.

Me siento convencido de que resulta absolutamente esencial el respeto íntimo del ritmo del paciente y de que él mismo lo encuentre dentro del proceso terapéutico, más allá del juicio o la poderosa energía super-egoica volcada a sí mismo o a la terapia. Asimismo, me parece esencial la observación por parte del terapeuta,  no solo de las ansiedades propias del material emocional provenientes de los conflictos del paciente, sino del ideal egoico volcado en el proceso terapéutico en forma de hipotéticos ejes conductores (terapia ideal, hilo conductor ideal, ejercicio ideal,…).

Evidentemente, resulta necesario añadir la necesidad de delimitar y tomar conciencia de los ideales, las frustraciones, los demonios y las divinidades proyectadas al terapeuta. Recientemente, en un complejo caso de un joven de estructura borderline me vi envuelto en una trama familiar inmersa en ansiedades diversas (con muchas sensaciones agresivas, culpógenas,…) cuyos nudos me envolvieron pero que me sirvieron para ver el despliegue de todo el ecosistema familiar de apoyos, compensaciones y enormes resistencias.

Me ayudó a ver el despliegue de todo el organismo en el que el paciente constituía una célula atrapada en una red interactuante en conjunción con las otras células de su familia; era una especie de tela de araña en la cual todos participaban y en la que me vi involucrado a través de una serie de manipulaciones. Poco a poco, se fueron desgranando los mecanismos y pude ver el despliegue de la metáfora familiar (una especie de imán absorbente cuyo pánico de base era la soledad y la desmembración).

En ese despliegue, adquiere importancia el diálogo terapéutico, constituyendo una interacción en el que lo transferencial, lo contratransferencial, lo emocional,  ideacional, y por supuesto lo corporal van dibujando en su formidable despliegue  el ecosistema que muestra y en el que se muestra cada persona que aparece en nuestra consulta (tanto en el contexto individual como en el grupal). Por ello, desde este fascinante concepto de la autorregulación organísmica, me resulta esencial el respeto por todas aquellas fases en el tránsito del proceso terapéutico que resultan tan costosas y que van tan impregnadas de sufrimiento,  impasse, implosión,..

Por muy buenas técnicas que tengamos a nuestro alcance, todos necesitamos nuestro tiempo para ver nuestras verdades, para reconocerlas, sentirlas,.. y el dolor necesita de «su» momento para poder ser vivido con su necesaria intensidad. Es por ello que más allá de las grandes teorías y las más creativas técnicas, resulta imprescindible un buen caudal de observación para mirar y percibir ese poderoso, brutal y sutil despliegue de mecanismos, sentimientos, dificultades, reacciones y manifestaciones corporales múltiples que se dan en los diversos procesos terapéuticos (tanto en el mundo interno como en el externo).

Los mencionados procesos conllevan por tanto, la necesidad de un enorme respeto por el ritmo de profundización, contacto y conciencia de la persona. Sería algo así como «viajar a lomos» del impulso prospectivo que subyace en lo más íntimo de cada ser humano impulsándonos hacia la integración y crecimiento personal. Es por ello que resulta esencial descansar en una actitud de confianza en los procesos que se van concatenando en el devenir del madurativo de la persona.

Más allá de actitudes históricas o individualizadas destinadas a forzar el cambio (o un excesivo énfasis en la explosión emocional, «catartitis») o más allá de actitudes «mágicas» respecto de los ejercicios o actitudes de prepotencia, reside una sutil y poderosa Presencia Observante del despliegue fenomenológico de los acontecimientos. y ahí reside una hermosa paradoja de la terapia Gestalt (y de cualquier técnica en general). Desde esa presencia, el terapeuta muchas veces solo puede ver, observar, acompañar las dificultades, el dolor, el sufrimiento, la descarga, la alegría, el odio, el anhelo,…de la persona que junto a él y con él sigue buscando

Paradójicamente, al igual que en un movimiento de bisagra, el terapeuta gestáltico, acompaña el recorrido del paciente con su candil lleno de luz para enfocar.  En una mano porta luz para poder focalizar la atención en los nudos de la mente-cuerpo.  Pero sabe desde el otro movimiento de la bisagra, desde su otra mano (vacía), que no se puede hacer mucho más que «ser con», aportando presencia y presencia (repleta de técnicas, vivencias, ideas, vacío e intuición).

Otra poderosa aportación (que no deja de impresionarme), que desde su sencillez rezuma potencia curativa y se halla estrechamente vinculada al movimiento de regulación organísmica, consiste en el despliegue de la conciencia del darse-cuenta como el gran catalizador del autoconocimiento y de la curación.  Es la alquimia del cambio.

Potencial de Autoconciencia  (iluminando las «sombras»).

En este proceso, desde la perspectiva gestáltica uno va «parándose», tirando de las manifestaciones que emergen para vivir lo que va aflorando y ser plenamente consciente de ello, lo cual nos lleva hasta nuestros núcleos emocionales inconclusos. De este modo, uno va integrando aspectos alienados de nuestra conciencia. Desde esta dinámica, la Terapia Gestalt ha alcanzado una novedosa dimensión en la captación de la fenomenología de la neurosis, percibiendo la esencia del sufrimiento neurótico que reside en el antagonismo interior, en la alienación, el auto-rechazo,.. Así, la gestalt ha aportado todo un espectro relacionado con el proceso de integración personal a través de la dinámica de las Polaridades.

Potencial Integrador

Mediante el uso de una serie de objetos transicionales (sillas vacías, cojines,…) que van adoptando creativamente múltiples formas, uno puede dialogar interna y externamente con personas, con aspectos caracterológicos, sombras internas, fantasmas y demonios interiores, emociones soterradas, imágenes que necesitan ser recreadas o pintadas, figuras que quieren ser esculpidas, deseos que necesitan encontrar contacto, caricias olvidadas en zonas de nuestro cuerpo marchitas, etc…

A través del trabajo con las polaridades uno va iluminando la zona sombría, asumiéndola y recuperándola paso a paso, a través de múltiples diálogos y encuentros y desencuentros con uno mismo. También nos permite vivencias en las que uno se halla en posiciones cercanas a una » gozosa neutralidad» en las que uno «es» ante aspectos de sí en conflicto. Incluso uno puede «rozar» destellos de simplemente «ser», en un presente lleno de gozoso vacío. A partir de la alquimia de la conciencia, del despliegue del darse cuenta y el proceso de integración de las polaridades, podemos adentrarnos en otro espacio enormemente desarrollado por la terapia gestalt, la dinámica corporal y la psicosomática.

Potencial energético («acariciando» mi cuerpo).

Manifestaciones sintomatológicas, reacciones corporales, movimientos corporales son captados desde ,una especial sensibilidad de escucha para adentrarnos en ese despliegue de conciencia e irnos topando con esos sentimientos, esos asuntos inconclusos, esos gritos, esos llantos, esas ansias de placer que encierran nuestros músculos o rodean nuestros huesos, nuestras articulaciones,… Ese nuestro cuerpo constituye nuestra caja de Pandora desde donde nacen todas esas voces.  Sólo necesitamos acercarnos, aguzar el oído y… dejarle hablar.

Potencial Creativo (o las imágenes que me guían en mi recorrido vital)

Todas estas actitudes que acompañan a la gestalt, nos van dibujando un mapa repleto de creatividad. Creatividad en el desarrollo del darse cuenta, utilizando cualquier herramienta para favorecer el incremento de la conciencia, lo cual nos acercaría a una especie de «Arte-terapia».  Así, uno puede ser un determinado personaje, desde un cojín, una silla, un compañero de grupo, puede dramatizarlo, dibujarlo, cantarlo, bailarlo, moldearlo…

Desde esa posición creativa, el terapeuta gestáltico dispone en el fondo de sus ojos de imágenes y metáforas que irrumpen danzarinas en su conciencia, pudiendo aprovecharse de ellas para resituarlas en la sesión, en la interacción con el paciente o hacia la creación de un nuevo marco de experimentación o un ejercicio personalizado en ese preciso instante.

Asimismo, confía en la dimensión creativa de la persona inmersa en el proceso a la hora de crear atmósferas de las que pueden nacer imágenes portadoras de insights. Imágenes (nacidas de ensoñaciones, sueños o brotes de visiones) como «sentirse con el corazón encerrado en un bloque de hielo», » sentir un ser primitivo peludo y gritón » dentro de sí, vivirse «como una roca paralizada recibiendo las embestidas del mar», y muchas otras que brotan sin fín, resultan metáforas preñadas de oleadas de conciencia destilando una comprensión más íntima o una mayor profundización en el contacto. Todo ello, pudiendo «pescar» esas imágenes y encauzarlas. Y es esa creatividad la que se moviliza en una dinámica danzante entre el orden y el desorden, entre la confusión y la luz de la conciencia. Como comenta E.H. Gombrich (1), «es el contraste entre el desorden y el orden lo que alerta nuestra percepción…».

Es la dinámica figura-fondo, la auténticamente generadora de vida, de expresión, de impulso, de creación, de sentimiento,…manifestándose como un manantial que genera movimiento a partir de ese fondo-magma que disolviéndose de alguna manera se transforma y se ofrece.

Potencial de Apertura (dejándome fluir).

Resulta útil (en mi opinión) para el terapeuta gestáltico, una buena dosis de redescubrimiento, de mayor aprehensión de ese magma global que se mueve por todo el organismo, tanto a nivel individual como grupal en la dinámica de las sesiones de terapia. Algo así como pegar el oído al «fondo» (no sólo y tan recurrentemente a la figura). Por un lado, prestando atención a la disposición energética de la persona y por otro lado, caldeando ese magma, ese fondo marino para» pescar» mejor las tomas de conciencia.

Es como una escucha de un conjunto de sonidos, dejándolos fluir o un ,. amigarse» con el caos inherente a todos los fenómenos ( físicos, energéticos., mentales…). Asimismo, al hilo de esto, más allá del tradicional enfoque grupal de la gestalt, sosteniendo al grupo como testigo de diversos trabajos individuales, se hallaría el grupo como un todo (expuesto tanto desde las teorías de Bion como de las del Grupoanálisis) que adquiere formas diversas de profundo calado (figuraciones múltiples, ansiedades que se cristalizan de maneras diversas, imágenes,… donde el grupo puede ser una madre devoradora, un monstruo marino, una «olla a presión»…)

Pero, más allá de las múltiples aplicaciones creativas de la terapia Gestalt y los niveles de confianza y oleadas de entusiasmo que uno puede depositar en su espectro de potencial y funcionamiento, emergen las diferentes dificultades, los obstáculos. Más allá de las posibles aplicaciones en la propia terapia, en el arte (en los análisis de la percepción, la concepción espacio-temporal, la expresión artística,…) o en el mundo institucional ( modelos educacionales, espacio hospitalario, trabajos con el personal docente, sanitario…) o incluso en el empresarial y en la resolución de conflictos, emergen con fuerza las limitaciones de la terapia Gestalt.

Limitaciones de la Gestalt

Y desde ahì, uno siente el poderoso peso en la nuca o en la espalda, al sentir la confusiòn o la impotencia. Y nota los ojos nublados y escocidos al comprobar la esencia del lìmite, la limitaciòn ante el sufrimiento o la desesperanza en la persona que tenemos enfrente en nuestro consultorio. Uno lanza una fugaz mirada panoràmica por los recodos de la evocaciòn de la Gestalt. Sutiles raíces, la indiferencia creativa, el teatro, el psicoanàlisis, una rebeldía creativa, una personalidad poderosa (Fritz), otras visiones (Laura, Goodman,…), escuelas, corrientes, un marco histórico socio-cultural, una época, actitudes y «tics» (sesiones rápidas, todo vale, confrontacionismo,»asacarlotodo», …anti-intelectualismo, …etc.).

Más allá de las lecturas, más allá de las referencias históricas, corrientes críticas (de mayor o menor seguidismo a principios originarios), ahí me encuentro y se encuentra el terapeuta en su «solietariedad «, balanceándose entre su confianza en el potencial de la gestalt-terapia y la conciencia cruda de las limitaciones existentes en determinados procesos en los que uno sólo puede acompañar desde un silencio respetuoso y atento.

Estas limitaciones pueden ser propias, o estar asociadas a las propias técnicas (de cómo se empleen, con quién, cuándo,…) y también estar relacionadas con las limitaciones de los pacientes y las situaciones existenciales de toda índole, ante los que sólo podemos aportar presencia sensible.

Las limitaciones del terapeuta (o hago lo que puedo).

En primer lugar, se hallan como decíamos, las propias limitaciones del terapeuta (formación, estado emocional, receptividad, experiencia, fobias y filias a determinados pacientes, personalidades, actitudes, necesidades propias narcisísticas volcadas en la terapia,…). Existen múltiples casos de dinámicas transferenciales -contratransferenciales intensas y complejas que manifiestan nucleos emocionales que pueden explotar con toda su crudeza, máxime si se dan también en el contexto grupal. Ello puede contagiar con facilidad nuestro espacio interno. Probablemente, más allá de los mecanismos de los cuales nos podemos servir para encauzarnos en los «enganches» en las sesiones, solo nos queda escuchar, poner límites (y preservarnos, cuidarnos de determinadas oleadas de sufrimiento, manipulación, etc.) y nuestra sencilla y transparente honestidad.

En esencia, el acompañamiento en el viaje terapéutico está lleno de encuentros complejos. y ahí, uno solo puede aprender, compartir, aclarar con otro profesionales, balancearse entre tragar lo del otro (empapándose de su lluvia contaminada ), o engancharse en un tuya- mía, o devolver distorsiones e intentar promover transparencia (que no «transparentismo ilimitado»).

Es por ello que el terapeuta a veces solo puede «sostener» una situación para reconvertirla y transformar la distorsión en un paso más de encuentro enriquecedor. Ello, aderezado con mucha paciencia y con una activa escucha de las visiones intuitivas del paciente. Y por supuesto, en contacto con esas imágenes propias que nos guían en momentos de impasse y que devienen en poderosas intuiciones que se cristalizan en propuestas de trabajo terapéutico específicas.

Me parece determinante en diversos momentos plenos de impasse, de túneles oscuros o recorridos desérticos, aceptar la limitación propia o de las técnicas (y las del paciente) y recibir y acoger las imágenes de nuestro caudal intuitivo (aparezcan en forma de visiones, sensaciones o sentimientos inicialmente difusos).

Por otro lado, están las necesidades narcisísticas del terapeuta (su necesidad de ser necesitado, apreciado, valorado,…) que el/la paciente se encarga de cuestionar con sus duda, y no sólo en pacientes o fases de negatividad sino en momentos donde se manifiesta una honda desesperanza o un mayor contacto con el núcleo de carencia o en una fase de crisis de transformación, donde lo previo no sirve y lo nuevo es incierto. Resulta obvia la importancia de saber sostener esos estados. Y sostenerlos implica por un lado, estar ahí sin interrumpir el proceso curativo por nuestra ansiedad y por otro lado, asimilar el hecho de que la «curación» representa un amplio concepto en el que se incluyen múltiples iluminaciones, recovecos, pliegues, progresiones y regresiones, aspectos, vivencias y situaciones que se tornan paradójicas, pero que esencialmente implican un tiempo procesual.

En muchas ocasiones un incidente desagradable, una interrupción, un episodio del azar, o incluso el permiso para vivir determinadas experiencias (aparentemente negativas o erróneas) acarrea conclusiones sanadoras. De igual modo, remitiéndonos a la concepción paradójica del cambio, uno va evolucionando, cambiando, en la medida en que más es lo que a priori no quiere ser, en la medida de que va viviendo y aceptando lo que hay.

Por otro lado, entramos en una cuestión de vital importancia. La terapia gestalt, ¿a quién va dirigida? ¿Es un conjunto de técnicas encaminadas al crecimiento personal? Como expresa Irma Lee Shepherd (2), ..Además del problema básico de la competencia terapéutica, la aplicación apropiada de las técnicas gestálticas gira entorno de los siguientes interrogantes: ¿cuándo? ¿con quién? ¿en qué situación?..  Más adelante comenta,  «…El trabajo con individuos menos organizados, con pacientes que padecen perturbaciones más graves o con psicóticos es más problemático y exige precaución, sensibilidad y paciencia…«. y finaliza, «Con las luchas más profundas, el terapeuta pospone el empleo de aquellas técnicas que liberan los sentimientos más intensos, los cuales podrán ser tratados más adelante con el objeto de reducir los aspectos fundamentales de los asuntos pendientes y dar paso a nuevos avances».

Resulta claro que en estilos neuróticos de funcionamiento, la terapia gestalt posee una serie de poderosos recursos que pueden encauzar a una serie de personas, no solo a reconducir sus síntomas sino a ahondar en su perspectiva existencial y realizar su propia vida con mayor autenticidad y profundidad.

Aún así, resulta necesario respetar las épocas de crisis personales que engloban los cambios personales y sobre todo tener una posición de cautela en relación a estructuras que aparentemente resultan rígidas y bien entrelazadas pero que encierran ansiedades profundas relacionadas con estructuras más frágiles o limítrofes. Por ello, ¿Qué hacer cuando emergen las ansiedades latentes más potentes o se van cristalizando interacciones de un enorme caudal de dependencia? Desde esas ansiedades que se tornan en sufrimiento explotan las limitaciones del paciente con sus déficits emocionales que con sus resonancias hacen que estallen nuestros resortes de seguridad.

Limitaciones del paciente (o esa cruda realidad en la que la infancia crea destino) y de la realidad externa.

A veces, cuando el refugio psíquico es intenso y la familia sostiene la enfermedad del paciente (volcando sus ansiedades), resulta verdaderamente compleja la movilización emocional, puesto que los mimbres familiares se remueven y sus elementos s echan encima del proceso terapéutico. Saltó la alarma. Toda una estructura familiar se defiende.

Por otro lado, en estructuras de corte anaclítico, donde la persona expresa una enorme necesidad (con sentimientos de enorme vacío), extrema dependencia (asociada a una enorme fragilidad, indefensión y vulnerabilidad) y una serie de manifestaciones expresivas distorsionadas (comunicaciones y vivencias despersonalizadas, disociativas, dramáticas,…), resulta evidente que se hace necesaria una «mentalidad» específica diferente a los estilos neuróticos (más habituales en el contexto de la terapia Gestalt y más «accesibles» en principio, al poder de sus técnicas)

Esa mentalidad implicaría un manejo del ritmo terapéutico, de los modelos de comunicación y expresividad, claramente específicos, diferentes a los modelos empleados con neuróticos (tempo, cadencia, necesidad de contención y manejo cauteloso de los límites de la expresividad emocional, simbolismo,…). Me resulta evidente la necesidad de investigación, teorización, (incluyendo evidentemente aquellas teorías analíticas que puedan aportarnos datos)… hacia una mayor comprensión de esas profundas ansiedades y sus múltiples mecanismos defensivos. Muchos de ellos van fogosamente destinados a evitar un temido abismo depresivo. Ante ello, resulta evidente la necesidad de priorizar objetivos, asumir un ritmo que respete milimétricamente la cadencia expresada por las angustias del paciente y sus defensas (respetándolas) , emprender un aprendizaje de Auto-contención sana y necesaria, así como ir ampliando el ritmo contacto-retirada en el sentido que expresa Margaret Mahler dependencia autonomía, fusión-separación, individuación…).

El terapeuta habrá de proveer por ello, al paciente un aprendizaje en la concreción de las ansiedades y su comprensión así como un aumento en su ritmo de autonomía. Si el ser humano no se ha visto provisto de recursos egoicos básicos (que resulta la esencia de cualquier psicopatología), éste no podrá enfrentar con garantías saludables, la realidad. Como expresa Jorge E. García Badaracco (3), cuando se produce un proceso evolutivo sano de vínculos simbióticos sanos…, se va procediendo de una dependencia a una interdependencia recíproca que posibilita la diferenciación y evoluciona, en consecuencia, hacia una des-simbiotización  y a una creciente individuación.

Sin embargo, una serie de vínculos patógenos introyectados (introyectos constituyendo ‘objetos’ enloquecedores), conducen a un «sí mismo» frágil, debilitado, carenciado. Ello se expresaría en pacientes psicóticos donde la vertiente espontánea de la relación transferencial, se observa en estado de asfixia, de parálisis intensa. Tras ello, obviamente, se halla toda una existencia llena de desierto emocional o de sufrimiento psíquico intenso.

Por tanto es necesario insistir en que la terapia Gestalt tendrá que emplear en muchas ocasiones el manejo de un «freno» creativo o crear un «semáforo» para ordenar el caos confusional y para evitar así que la persona no se vea abrumada por esas demoledoras vivencias (en el caso de desbordantes ansiedades y expresiones emocionales)

Quiero mostrar al hilo, el caso de una paciente que me refleja con crudeza todas estas necesidades, confrontándome con las limitaciones apuntadas desde los diversos ángulos (tanto del terapeuta, como de las técnicas, la teoría, y las del paciente). Esta mujer, joven e inteligente, con un enorme déficit emocional (y un enorme rechazo familiar, coloreado de gran violencia) e identificable con una estructura borderline, revienta desde sus núcleos carenciados y desde su sufrimiento a través de intentos de suicidio intermitentes. La veo caminar sobre el filo de una navaja, «coqueteando» con llamas ardientes, con juegos repletos de emociones intensas que constituyen círculos infernales repletos de apegos que queman su cuerpo. Y la veo indefensa cual barquichuela a expensas del mar embravecido.

Ciertas oleadas blanquecinas la arrastran hacia la arena y el sol, cual pulsiones de vida y otras oleadas oscuras, contaminadas, la empujan cual pulsiones de muerte hacia el fondo del abismo. Tal vez, desde su dolor agudo, desde su profunda y temprana herida sangrante que no cicatriza nunca, desde su no derecho a la vida busca languidecer (a través de sus raptos suicidas) en un descanso mortal, desaparecer del inhóspito desierto en el que siente y tal vez ser recogida por la gran madre que nunca tuvo.

Y más allá de las claves diagnósticas, más allá de las posibles técnicas inhabilitadas, me topo con la limitación misma. Las suyas, las mías,…Es la vida. Y, por ello, sólo me queda hacer lo que puedo, constatando mis resonancias internas que remueven ansiedades, impulsos,… (rescatarla, anclarla a la vida…).

En definitiva, asumir mi limitación y mi implicación (más allá de la teórica clara

concepción de las responsabilidades de cada cual en el proceso vital) asumiendo también su enorme limitación (sus heridas emocionales, su infancia que conforma su destino…).

Esta experiencia me llevó al convencimiento de que el terapeuta tendrá que ejercer en ocasiones un claro paternaje-maternaje, un proteccionismo (reestructurando una presencia segurizante) y que genere una paulatina autonomía. En otras ocasiones, acompañará al paciente en el tránsito por el «desierto» emocional, en búsqueda de «gotas de agua» que enriquezcan mínimamente su vida.  Y todo ello, implica, más allá de técnicas (como las gestálticas) , un acompañamiento lento y denso y paciente. Ser y estar con él ejerciendo una urdimbre, un vínculo estructurante.

Por lo mencionado, resulta necesario preservarnos del «empujacionismo» y observar con suma atención aquellas tentaciones, destinadas a prontas conclusiones o encauzados fáciles. Máxime si tenemos en cuenta también lo que J. Steiner (4) llama «refugios psíquicos» (sistemas defensivos en los que diversas patologías se encierran con el fin de evitar tomar contacto, tanto con el terapeuta como con la realidad) que implican tanto a pacientes neuróticos, psicóticos como fronterizos, hemos de concluir que un excesivo ímpetu a la hora de «abrir la lata», provocaría un refuerzo en la cerrazón de la armadura.

Así, el concepto de tiempo de la Gestalt ha de tener otro sentido y concepción en forma de proceso, amplitud, (apoyándose en una mayor lentitud para una adecuada ‘cocción’ y elaboración emocional y una actitud paciente, de esperanza). No nos podemos sujetar (por idealismo, inseguridad, narcisismo…) y constreñir a ilusiones relacionadas con breves terapias y fulminantes resoluciones.

Asimismo, la concepción de salud mental ha de ajustarse no en términos «metafísicos» (o del «satori prometido»), sino en forma de asumir que la realidad esta ahí y que muchas veces solo podemos asumir como mejor podemos, lo inevitable y que incluso salud, a veces no quiere decir facilidad o comodidad sino mayor soledad (conciencia de) y una mayor responsabilidad de las opciones personales (lo cual implica encuentros, desencuentros, …rupturas, decisiones, renovaciones…. etc.).

En definitiva, resulta necesario resaltar la importancia de un escrupuloso respeto del ritmo propio del curso de la terapia, tanto en su vertiente intrapsíquica en el que el organismo va estableciendo su propia auto-regulación (en interacción con anhelos, impulsos prospectivos, defensas, temores, etc.) así como en la dinámica interactuante, dialogal, en el que se van desgranando los diversos vínculos (más neuróticos, manipulativos, y más saludables y directos…).

Todo ello requiere respeto (palabra clave) a uno mismo como terapeuta (lleno de aciertos, habilidades y limitaciones) y al paciente (con su potencial y sus temores), así como a la química, a la «alquimia sanadora» que en esa relación, per sé, se va gestando, creando y resolviendo (en el marco de las coordenadas volitivas, racionales, irracionales e instintivas, así como en las múltiples visiones intuitivas y las experiencias paradojales) hasta ese «segundo nacimiento» que en cierto modo supone la Psicoterapia. 

BIBLIOGRAFÍA

(1) E.H. E.H. Gombrich : » El sentido de Orden».. Ed. G.G.Arte.
(2) Irma Shepherd : » Teoría y técnica de la psicoterapia gestáltica» (Amorrortu editores).
(3)Jorge E. García Badaracco : «Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de estructura Multifamiuliar» (Tecnipublicaciones).                                                                                                                                 

 (4) John Steiner : » Refugios Psíquicos» (Biblioteca Nueva)