Supervisión terapéutica

El Cuerpo ha sido entendido durante siglos como una máquina que funciona de forma autónoma, separada del resto del organismo. Esta división cuerpo-mente hace que experimentemos nuestro ser corporal de forma desconectada, fragmentando y reduciendo nuestra experiencia de lo que somos como seres humanos. El trabajo desde lo corporal entiende cada cuerpo en singular, depositario de toda nuestra historia personal que emerge y comunica en cada gesto, cuando nos movemos o permanecemos en quietud. Los bloqueos en la expresión de emociones se manifiestan en nuestro cuerpo a través de tensiones musculares crónicas y estructuras rigidificadas, convirtiéndose en patrones posturales defensivos que dificultan una experiencia integrada de nosotros mismos. Suele decirse que el lenguaje del cuerpo no miente, ya que opera habitualmente fuera del control consciente, lo que nos permite trabajar de forma más directa, dentro del respeto y cuidado necesarios a todo proceso de cambio, con los síntomas y dificultades de cada persona. De esta forma, a través de diversas técnicas de trabajo corporal y respiración, se desarrolla un proceso de contacto y reapropiación de sensaciones y emociones largamente inhibidas que conectan sentir y pensar en un todo más consciente y armónico. Recuperamos así la experiencia de un organismo vivificado a través de un trabajo con resonancias emocionales que permiten vivencias intensas, sutiles, de exploración, autoconocimiento y reencuentro.

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